Alfonso García Cortés

By | domingo, octubre 26, 2014 1 comment


Alfonso García Cortés 
Tonadas del desempleo
y otros poemas




TONADAS DEL DESEMPLEO


(de golpe) 


Te quitan el trabajo de golpe
la migaja salario de golpe
cierto sentido de pertenencia
al orden del Universo
de golpe

Así te van matando poco a poco:
de hambre y de tristeza


(pedaleando) 


Con ropas de domingo
dientes limpios
perfume
buscando caerles bien a los gerentes
y a las secretarias

ahí te vas
pedaleando
de puerta en puerta
en oficina

humildemente
ofreciéndote


(libertades) 


Pero nos cortarán la luz
mas iluminarán las velas nuestras cenas.

Pero nos cortarán el agua
y así nos beberemos mutuamente

Pero nos echará a la calle el terrible casero
se quedará los muebles los gatos y los perros
para que sin cadenas respiremos el aire
y ningún techo estorbe el firmamento espléndido
ni el sol del mediodía nos encuentre durmiendo

Pero nos llegará una carta desde el buró de crédito
y andaremos descalzos por las calles
para que el frío nos lave los malos pensamientos.


(tiro al blanco) 


Y luego de una vida de honroso agnosticismo
ahora lanzas cadenas de San Judas Tadeo
echas mano al bolsillo y tocas tu amuleto
usas el jabón mágico del pirul milagroso
te embebes en perfume “atrae-dinero”
prendes cirios e inciensos
y repites hasta punto de nube
la misma frase hecha:
“Vas a encontrar trabajo bueno”
“Vas a encontrar trabajo bueno…”


(Reinvenciones) 


En una llamarada azul y larga
de su propia ceniza renacida
el ave Fénix se alza
nueva
limpia

Pero a uno que no es pájaro audaz
ni bonzo ni querube
fuego purificador
ceniza renaciente
menos tabula rasa y sí un tanto más viejo
queda la ardua tarea
de reinventarse




ACUARELAS 





Una delgada línea de horizonte.
Un delicado trazo de la niebla.
Un barco pescador.
Las alas de un albatros:
azul caricia leve que acerca nuestras islas



II 


Ensimismado barco encalló en nuestra arena.
Dormíamos.
Era noche profunda.
Roce fundamental o apenas
una sorda y gravísima sirena inadvertida
por grillos y por perros.

Un lejano rumor
un sueño inquieto
una delgada luz nos fue llevando hasta la playa
uno a uno
en silencio

(quizá algunos susurros:
el chasquido paciente de las olas
en la quilla).

Dispersa multitud de solitarios
contemplamos
majestuoso edificio
disolverse en la niebla:

amanecía.



III 


(Toronto) 

Largos trazos de blanco
la nieve orillando el camino
y el parque y los rieles del metro
las calles de la ciudad amable
Younge Street
aguja o torre o lago de hielo.

Largos trazos de blanco
el vino.




ME BASTABA CON VERTE 

la posesión de ti —fugaz— con la mirada
la reverberación de tu presencia
el rastro de tu olor azucarado.

Me bastaba con esto:
pasar frente a tu casa y saber que allí estabas volver sobre mis pasos para mirar de nuevo
y de nuevo volver una vez más de nuevo
dejándote a mi sombra haciendo guardia.

Me bastaba con verte
la posesión de ti —fugaz— con la mirada.


ESTUVIMOS HABLANDO HASTA LAS TANTAS 

de cosas y materias que el tiempo ha confundido.
La vida, por ejemplo, y la mirada
con que testimoniamos nuestras vidas,
las versiones recíprocas de nuestra coincidencia.

A través de tus ojos examiné el transcurso
de esta vida que soy, de este misterio,
de esta duda feroz que sigo siendo.

A través de tus ojos, digo, y de otros prismas
(la refracción del vino, por ejemplo),
reconocí las sombras que me habitan.

Te odié y me odié por esto.
Odié cada minuto de mi agitada biografía.

Odié el puto derecho que tenemos
a vivir cada cual su circunstancia.

Odié el puto destino que nos ata,
para siempre jamás, el uno al otro

(claroscuro agridulce de la música,
cimiento de la imagen,
recurrencia que somos).

Y odié, lo reconozco, sobre todo,
la puta convicción que me conmina,
desde lo más profundo, a perdonarnos.

A perdonarnos, digo, a perdonarnos
cada refinamiento cruel de lo amoroso,
el hábito de espejo,
el cuerpo avergonzado,

el silencio.


TARDES 

Cierras los ojos, canturreas dulcemente,
buscas mi corazón palpando entre los ecos.

Y cuando se deslizan tus ropas
y aparecen
el rostro de tu piel
el brillo de tu sexo,
no hay otra luz para llenarme,
no hay otras lenguas, labios,
brazos multiplicados y ávidos
como alas de paloma.

Desnudos continuamos explorando la tarde:
tú, iluminando el suave tacto que te indaga;
tú, iluminando la saliva de mi lengua animal
con el oro purísimo de tu sudor
mezclado con mi tiempo.




HUELE A TI LA CIUDAD, huele a tu cuerpo,
a la breve humedad que dejas en mis manos.

Digamos que tu olor acompaña mis pasos,
digamos que los guía.
Digamos que entre tantos olores
que guarda la ciudad, distingo el tuyo.

Y voy tras de tu olor hasta encontrarte
en rincones oscuros
donde la muerte acecha y los vecinos
a hurtadillas nos miran.

Huele a ti la ciudad, huele a tu cuerpo.
Hay un beso de sangre en cada esquina


ALGO VIENE EN EL AIRE. 

No eres tú
aunque también trasciendes la distancia
y
como el polvo
hallas hogar
entre las hojas de mis libros
y
como al polvo
te deposita el viento en los rincones
en los goznes
en el secreto aliento de la noche.

Algo, les digo, viene con el aire:
un tenue olor a muerte
el rumor del oleaje
la desgranada voz de las pirámides...


EL FRÍO 

(Para Rebeca) 

Y así el frío de la noche va instalándose
por los alrededores
entre la imprescindible textura de la música
y del humo

al fondo de la sedosa
quemazón del vino.

Al fondo de la sedosa quemazón del vino
va instalándose el frío.

Al fondo del a veces iracundo
color enardecido de la sangre
que circula en el vino

del óxido de sangre que delata
el recuerdo del vino

al fondo va instalándose
callada
la quemazón del frío.



LOS ADIOSES 

Otros darán las gracias estrechando tu mano.
Otros olvidarán el tono de tu voz y tus palabras,
el color de tu pelo, la límpida blancura de tu risa.

Otros se marcharán dejándote vacío
y mañana de vuelta a la rutina.

Otros, pero no yo, que te recuerdo
—revelación tardía, inconsútil promesa,
despedida profunda—,
y abordo mi aeroplano después del firme abrazo,
la frase interrogante en el oído,
el calor vespertino que te indaga.

Otros olvidarán tu nombre —si lo saben—,
la hondura de tus ojos,
la geografía nerviosa de tus brazos.

Otros, pero no yo, que te recuerdo
en el impuro tacto que motivas.


GLORIOSO 

Llamaste mi nombre
y glorioso surgí de aquella puerta
bajé las escaleras
(como la Gloria Swanson
en la escena final de
Sunset Boulevard)
y sosegadamente
me paré frente a ti
miré la transparencia de tus ojos
y en ellos me fui hundiendo…



DELICADEZA 


Tenemos, al momento, dos gustos compartidos:
la música y el vino.
¿Por qué no vamos compartiendo también
otros fluidos?



QUÉ FRONTERAS ANTIGUAS DEBEREMOS CRUZAR
y qué nuevas fronteras nos romperán la vida en mil parcelas
qué nuevos vigilantes apostarán la fuerza de su encargo
en las esquinas para acotar los ires y venires de mujeres y de hombres
a fuerza de amenazas:
resonarán los cascos de la guerra
en todos los rincones,
en el patio de las carnes asadas,
en las calles del barrio donde vive la abuela
que dormita viendo telenovelas,
y en su regazo un perro que dormita
viendo telenovelas que dormitan
viéndose a sí mismas predicar las bondades
del orden fabricado a la medida,
las virtudes profundas del silencio,
a nosotros, que nacimos desnudos
y gritamos con toda la gigantesca voz de la pequeña vida.



MUERTOS DE LA CIUDAD QUE APRETUJADOS
pueblan cada mañana las planas de los diarios:

sepan que aquí también morimos cada día
que cotidianamente alzamos nuevas cruces
y esquivamos apenas nuevas amenazas

que poco a poco nos matan cada calle
nuestra ciudad amada
nuestro país que duele.

Sepan que habremos de alcanzarlos
mas no con buenas nuevas ni esperanzas:
muertos desesperados
muertos de soledad
muertos de miedo

pero no muertos de vergüenza.





ALFONSO GARCÍA CORTÉS, poeta mexicano nacido en Tijuana, México, en 1963. Es Licenciado en Comunicación y maestro en Educación, desde 1991 ha impartido clases en diversas instituciones de educación superior. Ha publicado tres libros de poemas: Recuento de Viaje, Elegías Postergadas y Llanterío. Ha sido incluido en antologías como Piedra de Serpiente, Un Camino de Hallazgos, Fronteras de Sal, El Mar es un desierto: poetas de la frontera norte, El Margen Reversible y la bilingüe Across the Line/Al Otro Lado, entre otras. Su trabajo se ha incluido en el San Diego Poetry Annual por tres años consecutivos (2010 a 2013); y en Skidrow Pentouse # 15 (Nueva York, 2013). También ha realizado algunas traducciones de poesía. Actualmente coordina la Licenciatura en Lengua y Literatura de Hispanoamérica, en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UABC Tijuana.
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1 comentarios:

luci.g dijo...

Te leo y releo con placer. En voz alta, tratando que ella me traiga la tuya para entonar los poemas en su justa medida. Un abrazo envisioso por tu buen hacer, amigo
Luci Garcés