Javier Ramírez

By | jueves, marzo 10, 2011 Leave a Comment
Javier Ramírez 
o Ser Nadie
 Presentación y Selección de Textos
por Miroslava Rosales



Bloguero, ante todo, poeta, artista visual eso es Nadie (1985). Salvadoreño desenfadado. Inicia a los 14 años en las turbulencias de la poesía, aunque al entrar a la Universidad de El Salvador (a Economía) se tomó más serio el trabajo. Luego pasa a Letras y al no encontrar la formación que buscaba se cambia a la Licenciatura en  Comunicaciones de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Roque Dalton, Salarrué, Rimbaud, en un principio, y luego Truman Capote, Cummings, Fernando Vallejo forman su constelación literaria. De Dalton cree que se carga con una "gran sombra", por ser el último gran referente en la literatura salvadoreña.

En el 2007, gana Primera mención honorífica en el concurso Letras Nuevas, con su primer poemario "Estás ahí, bañado de una tenue luz artificial". Lo deprimido que estaba al trabajar en un call center dio nacimiento a "Aún los espacios vacíos tienen aire" (2009), con el que gana el premio Gallo tapado del Centro Cultural de España en El Salvador. En sus páginas nos encontramos con una ciudad que "es el iris de un ojo enfermo/ y el hermoso cielo/ de agosto en invierno/ es el lente que disfraza/ lo gris y triste de la urbe/ enferma/ de conjuntivitis/ y nubes". Es una ciudad sumida en la lluvia, con sus obreros, las sombras gigantes y todos se van. Y el que escribe está solo, quieto, "condenado a estar sentado en esta calle/ como perro sin lazo,/ preso en la vasta ciudad".

"Tenía la gana de estar participando en Festivales. Aquí casi no hay, y si hay son muy aburridos". Pues bien, le llamaron de Arrebatos libros de España para "2010 Poetas por km²", que tendría su sede en Nicaragua.  Preparó su propuesta, y participó.

"Naturaleza muerta" nació por "querer hacer una parodia" del arte contemporáneo que se hace en El Salvador. Con este proyecto ganaron junto a Efraín Antonio Rivera, conocido como Yin, el tercer lugar del Premio Arte Joven 2010, organizado por el Centro Cultural de España en El Salvador.

Y también fue invitado, por el artista Walterio Iraheta, a ESFOTO 10, un mes dedicado a la fotografía. Así, en el café La Rayuela de Santa Tecla abre la exposición "Nadie":  42 autorretratos, entre fotografías y collages.

Nadie forma parte del comité editorial de la Revista Ordinaria, una propuesta muy fresca, irreverente que dio su alumbramiento en agosto 2010. www.revistaordinaria.com. 
Sus blogs son: 
http://dicenquenadieesperfecto.blogspot.com  
http://elplanoairo.blogspot.com.


Publicación:

2009.- Aun Los Espacios Tienen Aire, Centro Cultural de España en El Salvador.


POESÍA


De: Aun Los Espacios Vacíos Tienen Aire (2009)




Tan alto el árbol
y tan negro
que se volvió nube de tormenta.

La forma de sus ramas se hizo rayo.
El silbido de su viento se hizo trueno.

El tronco se fue consumiendo
como si la tarde lo borrara
desde las raíces a las ramas.

El árbol se hizo la nube
que anunciaría la entrada del invierno.

Al tiempo volvió a la tierra
hecho agua y vestido de lluvia,
cayó sobre todo el suelo
y lentamente lo penetró;
hurgó en los rincones oscuros
hasta encontrar el punto preciso;
a él se aferró otra vez
deseando como nunca renacer...

Surgió como árbol de nuevo:

Alto,
negro,

de madera dura
y figura rústica.

Él es el árbol eterno,
el diluvio,
el viajero de la tierra y el cielo;


Él es el mito,
la semilla,
el invierno.


"A la tarde,
sentado en las alturas del paisaje en construcción,
mis pies cuelgan en la ciudad deshabitada,
sumergida en la luz quieta del Sol.

(Un carro va solo, sin nadie a quien chocar.
Un ascensor sube y baja lentamente.
Las nuevas calles blancas parecen intactas,
nuevas,
vírgenes calladas.)

Navegaré esa luz;
un sueño me ha dado la certeza.
Mis manos serán remos largos
teñidos de ámbar.

El Sol no me cegará en los años por venir
porque habré recogido los frutos
de su luz con mis ojos.
Ya no me quemará la piel
y después de tanto haberme observado

retrocederá.

Se irá alejando,
disimulando sus motivos,
ondeando sus imponentes rayos
mientras las últimas montañas del planeta
lo tragan."



"Todos se van y yo me quedo.
Apenas se van, me quedo.

Apenas te fuiste,
cayó el invierno.
Ahora que te has ido
esto parece tu país.
El día en que te fuiste
se adelantó el invierno.
Apenas despegaste del suelo,
cayó la primera gota de lluvia;
estaba esperando
tres centímetros sobre el suelo
a que te elevaras,
a que volaras
enamorada y llorosa,
hacia tierras más húmedas
donde la piel que seca el viento
es humectada por la lluvia.

Todos se van
y yo me quedo.
Apenas se van,
me quedo.
Cuando estaban aquí
compartíamos el sueño
de irnos.
En un segundo se fueron.

Me quedé
añadiendo más días
a los días que quedan.
Soy el resto de la humanidad.
Rezagado...

Apenas me duermo,
me despierto.

Apenas te vas,
cae la primera gota del invierno."



Alzaron vuelo y se fueron.
Allá se ven alejarse sus capas negras y sus carcajadas.
¡Ellos!,
¡tan sangrientos ellos!

Las ropas de las gentes se fueron también,
desaparecieron en segundos
y, por unos momentos,
llenaron el cielo de colores.

La humanidad quedó expuesta
al frío de la desnudez
y en sus pieles sintieron la muerte.

Se acercaron
un poco más.
Buscaron el calor fraternal
y se empezaron a llamar "hermanos",
se abrazaron todos para no morir de frío
y nadie tuvo miedo.

Los niños abrazaron a los transexuales,
las mujeres se abrazaron entre sí;
los jóvenes, a las viejas;
los hombres, a los hombres
y nadie tuvo miedo...

El mundo rejuvenecía en tonos efervescentes.

La luna que los iluminaba era nueva de verdad.

El mar cantaba como un niño
y en sus olas se miraban los colores de los ojos más bellos.

Las gentes
desaprendían sus idiomas,
olvidaban maquillarse y se bañaban juntos
en los ríos.
Las gentes volvían a ser
animales.


Saliendo del frío en la madrugada,
el Sol le tiende al volcán una sábana.

El hombre que fuma un cigarro
en una de las laderas
agradece el bello regalo
mientras su piel se calienta rosada,
mientras por dentro lo calienta el cigarro.

El enorme Sol a lo lejos,
intentando iluminar aquello que no se distingue,
ve cómo un pequeño sol amanece,
débil y dudoso,
de entre la boca del hombre.
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