Krisma Mancia

By | miércoles, octubre 13, 2010 Leave a Comment
Krisma Mancia

Poemas Éditos e Inéditos
Selección, Presentación y Nota Bibliográfica
de Miroslava  Rosales




Krisma Mancía y su infierno poético

Miroslava Rosales

Como verdadera acuariana, muy independiente. Su madre la recuerda como la niña más traviesa del mundo, dice Krisma Mancía (1980), poeta salvadoreña, cuyo libro Viaje al imperio de las ventanas cerradas fue ganador en la categoría internacional del I Premio de Poesía Joven La Garúa, España, en el 2006.

De pequeña se escapaba de la casa para jugar con sus amigos del vecindario, afincado en Ciudad Delgado, municipio de San Salvador. Recuerda muy bien los golpes, cada uno de antología, por esas correderas. Como buena acuariana, disciplinada, y por eso siempre aparecía en el cuadro de honor, hasta que llegó a la adolescencia y ya ahí todo cambió: "Era la peor", nadie la detenía.

Su padre le regaló su primer libro: "Azul" de Rubén Darío, y siempre le contaba historias. Le decía, para contentarla: "La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?", y la niña, para ese entonces, juraba que esos versos eran de su padre. En su casa siempre habían libros bien escogidos.

Su padre era un obrero de una institución estatal y su madre se dedicaba a la casa, aunque de vez en cuando hacía trabajos de costurera. Cuando él fue despedido por el cierre, después de veinticinco años de trabajo, sin duda, significó un quiebre en la economía del hogar. Entonces, se dedicaron a la subsistencia, y ya no importaba tanto leer. Incluso Krisma le hizo a la mecánica, a la contabilidad, todo para dar soporte a la familia.

La decisión de qué estudiar en la Universidad no fue tan sencilla. Las opciones venían desde Medicina, nutrición, ingeniería o Letras. Por suerte venció la última.

Una vez ya en la Universidad, en las tardes se iba a clases de teatro con Filander Funes. En el 2002 entra a la Casa del Escritor, a cargo de Rafael Menjívar Ochoa, su compañero de vida. Y ahí confeccionó "La era del llanto", unidad que le da nombre a su primer libro, publicado en la colección Nueva Palabra, de la Dirección de Publicaciones e Impresos.

"Viaje al imperio de las ventanas cerradas" es su "joyita". "Es lo mejor que he hecho", asegura. Ahí Krisma sigue al mito de Ofelia, hija de Polonio en la obra de Shakespeare Hamlet. Es un desdoblamiento, "Ofelia está allí/ ante un puente de algas/ mirando cómo las ramas del sauce besan las manos del arroyo", y ambas saben que tienen que buscar ayuda. "Ofelia se levanta con la música de las máquinas", abre el libro, de ahí que nos trasladamos a un ámbito urbano, el hoy. Tanto el poemario como su única hija, Valeria, se gestaron juntos, y terminó cuando ella tenía un año de nacida.

Sus lecturas dependen del momento: en la adolescencia, la mitología. Luego vino, Lorca, Vallejo, Huidobro, Pizarnik, Shakespeare, Quevedo, Cortázar, Borges. Ahora Charles Bukowsky, igual le sigue pasando el escáner a lo que en el mundo se está haciendo. Le interesa mucho la poesía estadounidense.

Krisma Mancía cree "en el mundo y en la gente. Me volví creyente que hay muchos dioses en el mundo", dice esta sonriente mujer.

Bibliografía:

La era del llanto (2004)
Viaje al imperio de las ventanas cerradas (2006)

Ha sido incluida en:

Trilces trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador  (2006)
Cruce de poesía: Nicaragua- El Salvador (2006)


Poemas Éditos

De: Viaje al imperio de las ventanas cerradas (2006)


OFELIA SE LEVANTA CON LA MÚSICA DE LAS MÁQUINAS
con el zumbido triste que imita el canto del jardín
su cuerpo se escapa del paraíso
como aire como lluvia como aliento de cedro
y se pierde en el Imperio de las Ventanas Cerradas.

Y Ofelia esta allí
ante un puente de algas
mirando como las ramas del sauce besan las manos del arroyo.

Ofelia quiere ser el sauce para dejarse caer.

El arroyo quiere ser la rama para dejarla caer.

Ofelia Ofelia
dime
¿Eres el artefacto perfecto de la mentira 
 o eres la causa simple del capricho?
¿Eres la penumbra o eres el faro en la ventana?
¿Eres el tiempo o eres el no?
¿Eres la espada o eres la sangre del veneno?

Ofelia Ofelia
mirate
aún no te conviertes en locura
como pronosticó tu espejo de doble risa.


Ofelia
disfraz de mi alma
vos cabes en el beso del agua
y en el gesto de las fuentes
mi doble gemido de regaliz 
descubre tu ansia de amortajas
tu vacío de ciudad
tus hermosos guerreros de concreto 
dormidos en la banca de un parque.

Tu aurora
no es más que un ocaso clonado
con un paisaje de antenas bajo el brazo
y la vida no es más
que calcular las horas
mientras la casa se llena de ratas.

Ofelia
mi otro yo se fue
es el momento preciso de morir.




MIL VECES HE MUERTO

y ya no hay espacio para mi cementerio.
Si me amas
entiérrame en el centro de tu corazón
deja que el sauce pronuncie mis nombres
como la prolongación infinita del aire
deja que tus amantes resuciten mi carne
en el jardín de tus besos.
Si me amas
nunca busques mi esqueleto   
gente como yo
se escode en otras gentes
en otros epitafios
en otras vidas
en otras ciudades
siempre volvemos al mismo sitio
en estado vegetal o en estado gaseoso.
Si me amas
olvida mi rostro
y recuerda la transparencia de mi voz.  




VOS VENÍS TRAÍDA DE UN SUEÑO

como una Venus en un martes luminoso.
Vos venís y papá te vera de lejos
con ese vestido enfermo de libélulas.
Niña perversa que atrapa peces en su lívido corsét
y estrangula palomas ante la puerta de una catedral.

Vos venís y papá te vera de cerca
trayendo una carta
llevando una llave
arrastrando un río de flores .


De La era del llanto (2004)

ODIO

Desde el umbral añejado de mi infancia aprendí a odiar.
Odiar el aullido repentino de los perros
cuando atan al techo de las casas todos los fantasmas giratorios de las pesadillas,
de los miedos. Odiar
con todo y Estado y objeto y conjugación de estudio.
Odiar el simple silencio de tumba. 
Odiar el césped crecido repentinamente en los pies.
Odiar la rareza de los felinos, la piñata y sus eternos golpes de berrinche.
Odiar la opereta burlona de las medallas de buena conducta.
Odiar cada arteria, vena, pulso y yugular central de la ciudad.
Odiar las aguas estancadas en la cuneta esquina poniente de un sur mendigo.
Odiar el humus y su roce lesbiano hecho carne,
su rapiña de muslo,
su careta murmurante de catedral sin Dios
y la comisura seca de los cuarenta grados centígrados.
Odiar cada moneda pesada
y su liviano níquel convertido en pan.


YO, COMO UNA PLANTA

En medio del jardín
mi cuerpo es una brújula sin dirección
manejada por una rama seca dentro de mi vientre

cortarme
mutilar una parte de mi cuerpo
(un meñique
una mano
un brazo)
y plantarla cerca de un ciprés
cerca de un cortejo de pájaros    
donde la sinfonía de la lluvia
la fecunde en la tierra
y las raíces la alimenten de lo verde
y del arco iris más lejano

el musgo la cubrirá
y una noche 
entraré profanando la tierra
y la traeré hacia mí, 
hacia mi jardín sediento de risas.



Poemas Inéditos


MODALES PARA GUARDAR SILENCIO O SOBRE EL RITO DE USAR CUBIERTOS 

Morderse los labios es herencia de mujeres. Es autodevorarse en silencio.
Desgarrase la membrana del beso. Tener el cáliz por los dientes y negarlo, y
olvidarlo, y después tomarlo con dulzura como si fuera un niño recién dormido
con una colmena de sollozos. Es la fascinación del dolor ante la ternura. 

La morbosidad de la dentadura ante el roce del labio tiene la delicia del hierro y
del estaño. La aspereza de la herida florece ante la inclemencia de la arena,
batalla en la punta de la lengua como el acto morboso entre carne y filo de
cuchillo. Es sentirse vapor al mojarse los pies al borde de la ducha, y ser un
corazón donde quepan todas las ventanas del mundo.


YO NO SOY TU ALEJANDRA: ALEJANDRA, ALEJANDRA BAJO UN ÁRBOL

Confié mi alma a un lobo, a un lobo, a un lobo. Bestia nocturna,
príncipe de los aullidos, animal de finos modales.
Levanta la ceja si me ve eructar,
si me ve lamer mis dedos,
si me ve con los dientes sucios,
si me ve.
Hizo de mí un íntimo infierno de dudas,
en un ave mínima y simple,
en un laboratorio de cosas tristes.
Sacaba sus garras por mi boca
y arrastraba mi lengua hacia sus pies.
Pero yo huí. Vengo a buscarme
otros nombres perfectos y limpios.
Otros nombres
y un corazón nuevo para amarme.
Me hace falta un corazón para recuperar la memoria.
Sin un corazón
estoy al borde del delito.
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